Encontramos en la Biblia tantas invitaciones a ser agradecidos y que en nuestra boca haya una constante acción de gracias por todo y en todo .
Un corazón agradecido está lleno de alabanza a Dios, sobre todo ante la realidad de su amor eterno. Dios no es como los seres humanos que hoy amamos y mañana olvidamos. El amor de Dios es incondicional y dura para siempre. No importa cuántas veces le fallemos él continúa fiel, amándonos y dispuesto a perdonar. ¿Cómo no vamos a estar agradecidos ante un amor así? Mantengámonos alertas, no dejemos escapar la oportunidad de agradecerle por esos detalles de amor que él nos da cada día.
La gratitud a Dios no tiene por qué ser algo privado entre él y nosotros. Es importante expresarla ante los demás y, sobre todo, cuando nos reunimos con nuestros hermanos en la fe. Es un privilegio poder ir al templo para alabar a Dios juntos y compartir lo que él hace en nuestras vidas. Nuestros testimonios y expresiones de gracias a Dios pueden ser de ánimo y edificación para otros. No seamos tímidos al expresarle a Dios nuestro amor y nuestro agradecimiento por sus infinitas bondades.
La vida es un regalo. Sé agradecido por lo que tienes. Mira a tu alrededor todas las bendiciones que Dios te ha dado. No te centres en lo que está mal; gracias a Dios por lo que está bien. No mires lo que no tienes; agradece a Dios por lo que tienes. Sube más alto en tu caminar con Dios. Pasa más tiempo con él. Habla con Él en tus pensamientos durante todo el día; siéntate en la casa del Señor. Haz de esto una prioridad para ti y tu familia. Este es un momento para re alinear, re enfocarse. Estar dispuesto a cambiar. Estar dispuesto a probar algo nuevo. No te quedes atrapado en tus caminos. Vas a tener una visión fresca, más creatividad, nuevas puertas están a punto de abrirse, nuevo talento está a punto de salir.
Debemos dar gracias a Dios porque él nos da la fuerza que necesitamos en medio de cualquier circunstancia. Dios es también nuestro escudo protector frente a las agresiones del enemigo. Es posible que nunca sepamos con certeza de cuántos males Dios nos ha librado.
No estamos solos en medio de las dificultades, Dios está siempre a nuestro lado ayudándonos y fortaleciéndonos. El hecho de recordar que su presencia está siempre con nosotros debe alentarnos y llenar nuestros corazones de gozo.